domingo, octubre 15, 2006

MAXIMA SEGURIDAD: la pesadilla de Genet


Tres hombres en una jaula son tres convictos atrapados en una celda. El ritmo al que caminan en círculos, es la letanía del encierro. La voluptuosidad de sus miradas, es el latido de seguir vivos. Los gestos de violencia y de ternura, son el recuerdo de la humanidad que había allá afuera.

Es “Máxima Seguridad”, adaptación que ha realizado la compañía Proyecto en Blanco de “Severa Vigilancia” (1946), del francés Jean Genet. Una propuesta coreográfica que presenta los códigos y la soledad del mundo carcelario.

DESDE PRISIÓN

Jean Genet (1910-1986) no investigó ni entrevistó a nadie para escribir este relato carcelario. Aunque escribió la versión definitiva de Haute surveillance en 1946; ya había esbozado su idea varios años antes, en alguna de las numerosas temporadas que vivió en prisión.

Es que desde que le acusaron de robar, a los diez años de edad, se hizo efectivamente ladrón, dejando para siempre la escuela a los trece años, pese a haber sido el mejor de la clase. Su madre –probablemente una prostituta parisina –le había abandonado al año de vida. Entre los 15 y los 18 estuvo en el reformatorio Mettray, sumando así a su conocimiento de la vida callejera, los códigos de comportamiento de los reos. Aprendiendo también que el sexo es, muchas veces, una moneda de cambio.

Así fue como al pequeño robo sumó otro delito entre sus habituales: ejercer la prostitución masculina, fue cosa de tiempo. Sus temporadas tras las rejas se convirtieron en una condena a cadena perpetua. A los 32 años escribe, desde prisión, su primera novela, “Nuestra señora de las flores” (1944), un relato sobre el hampa de París. Tal fue el impacto que causó, que más de 40 artistas e intelectuales, entre ellos, Jean-Paul Sartre y Pablo Picasso, solicitaron su liberación. En 1949, llegó el indulto presidencial.

Escribe, entre otras, las novelas “El milagro de las rosas” (1946) y “El diario del ladrón” (1949); y los montajes “Splendid’s”, “Las sirvientas” (1949) y “El balcón” (1950). Pero además fue activista. Vivió con los Panteras Negras y la OLP (Organización para la Liberación de Palestina). Tenía prohibido, por cierto, el ingreso a Estados Unidos. Murió en 1986 y está enterrado en Marruecos.

LA TEMPERATURA DE LA CARNE

En “Máxima Seguridad” se siente esa intensidad que tienen las creaciones de Jean Genet. En el montaje dirigido por Javier Muñoz, además, se matiza el vigor del autor francés, generando un abanico de temperaturas, que nos trasladan de la más gélida desesperanza a la más ardiente desesperación.

Todo lo hace, claro, a través de la danza. De una danza que se vuelve algunas veces arte marcial y otras, teatro físico. Pero, como a fin de cuentas el cuerpo es uno, hablar a través suyo, expresarse en la imbricada relación que existe entre el cuerpo y el alma, es más que atendible.

Muñoz presenta a los tres presos de Genet. Es cosa de segundos para que los reconozcamos: quién manda, quién calla, y quién grita. Lo logra sin abusar del verbo, es más, la palabra es escasa y, cuando está presente, es absolutamente atingente. Así, apenas sabemos quién es asesino, y cuáles están condenados por robo. Y cómo esa jerarquía se impone tanto dentro como fuera de la sociedad.

LAS FIERAS

Quién no se ha maravillado por los sinuosos movimientos de una fiera gatuna tras las rejas; quién no ha sentido esa fascinación por su mirada de desprecio y la rabia sorda que manifiesta en cada paso, en su rutina amenazante. Es un animal de presa que se niega a abandonar su ímpetu, pese a estar encerrado, aunque esté sometido en un zoológico.

Lo mismo pasa acá, en “Máxima Seguridad”. La cadencia marca los desplazamientos rutinarios de los reos. Sus enfermizos y enfermantes paseos en círculos han sido diseñados para provocarnos ansiedad. Y la expresión de sus cuerpos –más allá de sus rostros– es el hambre de una bestia.

Y no sólo eso, el director Javier Muñoz se ha encargado de depurar el verbo en el original de Genet, de manera que las palabras sean escasas y, al mismo tiempo, intensamente significantes. Esa firme decisión de instrumentalizar el componente hablado del guión, es lo que provoca que aun las más crudas declamaciones palidezcan frente a las posibilidades de ser del cuerpo.

Sí, la mayoría de los verbos se hace carne.

UNA OTRA SOCIEDAD

La idea del encierro es ésa. Incomodidad manifiesta, pasiones latentes, la amenaza ingobernable. Pero en “Máxima Seguridad”, como en “Severa Vigilancia”, no estamos frente a un tipo en un acuario, haciendo malabares por sobrevivir. Son tres sujetos, tres fieras obligadas a deambular en un recinto limitado.

La coreografía es bastante rica para transmitir la reiteración que implica cualquier paso que se dé en una celda, pasillo o patio carcelario. Al menos, tan desagradable como las clases de gimnasia en la escuela. Todos en círculo, apurando el paso para alcanzar al que quiere ir más rápido. Para seguirle el ritmo a aquel triste personaje que sólo se destacaba en deportes.

Exactamente así es como van los tres reos, obedeciendo el latir del sujeto que lidera esta cosa física. Apuraditos, repitiéndose en círculos. Las secuencias de los paseos agarran intensidad, y logran despegar. Angustian, ponen nervioso y huelen a perpetuidad, a algo que jamás cambiará.

En esas dinámicas reiterativas, se empieza a manifestar lentamente la mayor problemática a la que apunta la obra del francés. A las relaciones de poder.

Vemos cómo un par de miradas que se cruzan fundan una alianza que exilia al tercero. Veamos cómo un roce es reconquista, cómo la burda entrega del cuerpo se transforma en imperativo categórico, cuando la urgencia de la carne.

En esos juegos de seducción y disputas mudas, se desarrolla la trama de la obra. Se forja el resentimiento, uno bate al otro a duelo, sin saberlo. Otro resiste, otro cede. Y los tipos van cambiando: el más fuerte se convierte en un debilucho. Parecen zombies, y se vuelven fieras. Nuevamente. Gestos, actitudes corporales, movimientos suaves y también rápidos, bruscos e incluso tiernos, usando para ello los intérpretes las herramientas del contac y del teatro físico. Usan también la escenografía, una gigantesca celda de varios metros de altura por la que trepan de vez en cuando.

Se trasluce a través de las vestimentas –uniformes que los actores-bailarines manejan a la perfección– cada sensación. Los cuerpos hablan a través de la ropa, dándole una calidad transparente. Un desnudo, en particular, ilustra el desgarro como la más acabada pintura expresionista alemana.

EL HOMO EROTISMO

Una de las cosas que más llaman la atención de Jean Genet es su condición homosexual. Primero, porque la asumió públicamente, segundo, porque la aprendió de adolescente en los reformatorios y, tercero, porque ejerció la prostitución para hombres.

En “Máxima Seguridad”, las relaciones homosexuales son otra forma de dominación. De sumisión, de violencia. Es uno más de los códigos que ordenan las cosas en prisión. Y, como la danza es una disciplina que permite bastante ductilidad, se expresa bien este contenido.

Hay secuencias específicas que simulan penetraciones y otras prácticas sexuales, tal como un baile cualquiera las anuncia. Éstas se repiten varias veces, generando una espiral que nos recuerda que cuando el ser humano no tiene más que el sexo, todo lo dice a través de la carne.

Finalmente, la música conduce en varios espacios el montaje. Algunas veces no es más que incidental, abocándose a la corriente concreta, representa ruidos. El mejor: el del candado que se cierra. Angustia, la verdad. Pero en otras ocasiones, la partitura de Cecilia García le da fluidez al relato, cobrando cierto protagonismo.

Por Romina de la Sotta
Julio 2004

lunes, octubre 02, 2006

PROYECTO EN BLANCO


Proyecto En Blanco es una agrupación de investigación del movimiento y el lenguaje corporal a través de principios propios del teatro y del trabajo sobre el personaje en una situación dada; concretado en montajes que mixturan la danza, el teatro y las artes visuales; en los que prima el gesto cotidiano y la emoción como soportes narrativos en el desarrollo de una dramaturgia corporal.

Nuestro primer proyecto de gran formato se tituló Máxima Seguridad, Esta obra, basada en Severa Vigilancia del dramaturgo francés Jean Genet, nos presenta la historia de tres reos forzados a compartir celda en una prisión de alta seguridad, revelando mediante la sutileza y carnalidad que nos permite el lenguaje corporal, una historia de encierro, pasion y muerte.

Nuestro segundo estreno de gran formato es titulado Estancias: Via Abajo, inspirado libremente en Una Temporada en el Infierno, libro de poemas escritos por Arthur Rimbaud. Este montaje tiene la particularidad de insertarse en su entorno, aprovechando al máximo las características naturales del espacio de representación y nos muestra, a través de cuadros independientes, una visión particular de la vida y obra del poeta maldito.